Las migas eran la comida de los pastores, porque cuando se iban a pastar con el rebaño se llevaban el chorizo y el pan, y encendiendo unas brasas tenían un plato que les aportaba energía para todo el día.
Además, el pan es algo que nunca debemos tirar, tiene mil usos y éste es uno de los más sabrosos. En las panaderías, a veces, también venden las migas ya listas para que las cocinemos. Y si no, se las podemos pedir de un día para otro.
- Una barra de pan del día anterior (o los restos de pan de una semana, siempre que no estén duros como piedras, que estén blandos)
- 2 o 3 chorizos (dependiendo de como sea el tamaño, y si son de carnicería mejor; que tienen menos grasas)
- Una cabeza de ajos
- 1 vaso de vino blanco
- Una cucharada de aceite de oliva
- Huevos y pimientos para acompañar (¡y que no falten!)
El pan lo podemos desmigar con las manos, el vaso de la batidora o la Thermomix. Mi truco es que cuando tengo pan pasado lo desmigo y lo congelo en una bolsa de congelar, que voy llenando a medida que voy teniendo restos de pan.
1. Pelamos los ajos, y les damos un golpe seco para quebrarlos un poco y los ponemos a dorar con el aceite, a fuego lento, en una sartén que tenga profundidad para que nos permita mover bien las migas. (hay que tener cuidado de no quemar los ajos)
2. Troceamos los chorizos (les quitamos la piel), y los echamos en la sartén. Poco a poco irán soltando jugo, cuando el aceite ya esté rojizo echamos las migas y removemos bien, poco a poco se irán impregnando.
3. Lo que tienen las migas es que hay que estar moviéndolas constantemente para que no se quemen, cuando veamos que las migas ya se han impregnado, añadimos el vino y movemos bien. Seguimos moviendo cada minuto o dos, hasta que estén en el punto que más nos guste. (A mí me gustan crujientitas)
Las ponemos servir con un huevo frito y pimientos fritos o asados. También se suelen acompañar de gajos de naranja o uvas, eso ya a gusto de cada uno!!