En casa arrasamos con ellos, y no dudaré en hacerlos la próxima vez que tengamos visita porque son un acierto seguro.
Deciros que después de haber probado muchos hojaldres, me quedo con el de la Cocinera (que se vende refrigerado, y no congelado, y que sirve para quichés). No por hacerles publicidad (ya me gustaría, jeje) es para ayudaros a que os quede un bocado jugoso y crujiente. Otros hojaldres quedan muy secos o masacote.
Las cantidades variaran en función de la cantidad que vayamos a hacer, con una plancha da para unos 20 saladitos, incluso más.
- Una plancha de hojaldre (mejor de la marca "la Cocinera")
- Un trocito de queso de cabra
- Una tarrina de queso de untar (si light, esas calorías que os ahorrais)
- Unos 100 gr. de jamón serrano en taquitos (lo venden en tacos como dados, o muy picadito que es el que nos interesa)
- Un "puñao" de espinacas, no hace falta una bolsa entera, con que cojamos un manojo es bastante.
- Un pelín de aceite de oliva para untar la masa
- Podemos espolvorear los saladitos con sal gorda, semillas de sésamo, ají molido, perejil, etc.
Mezclamos el queso de untar, el queso de cabra picado, el jamón serrano y las espinacas muy picaditas.
Cortamos la plancha de hojaldre en tiras de unos 4 o 5 cm de ancho, cortamos a lo largo. Cada tira la cortamos en 3 o 4 pedazos. De manera que nos queda la masa cortada en rectangulos (de 10x5 cm aprox).
Untamos la masa con un pelín de aceite de oliva, mejor si nos ayudamos de una brocha. Esto hará que la masa quede más crujiente.
Colocamos el relleno en cada trocito y hacemos un rollito. Colocamos los saladitos sobre un papel de horno, espolvoreamos con un pelín de sal gorda y sésamo.
Horneamos entre 10 y 15 minutos a 210 grados, hasta que estén doraditos y la masa subida.